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El hombre y su vanidad

El hombre es un ser consciente. Algunos de nosotros humanos que habitamos la tierra, si por casualidad usamos nuestros cerebros para tratar de entrar en contacto con el resto de la creación, estamos convencidos de que llegamos hasta aquí para cumplir una meta. Unos pensamos que somos seres especiales y que nuestra tarea es hacer del mundo un mejor lugar; nos educamos, aprendemos a ser independientes, estudiamos y nos volvemos médicos, profesores, hombres y mujeres de negocio que se aseguran de que la economía y los sistemas que inventamos sigan funcionando y controlándolo todo.

Otros no nos preocupamos mucho por el bienestar del prójimo y nos volvemos industriales, contaminamos el aire, producimos aparatos exquisitos e inservibles que destruyen el planeta e idiotizan a más de uno. Los que no corremos con esa suerte nos volvemos políticos o mafiosos o, mejor aún, matones a sueldo. Hay otros a los que la vida les pasa por las células como si nada. Viven, dormitan y no se hacen preguntas existenciales como ¿a qué vine a este mundo? y su única preocupación es la cena de esta noche o si los Yankees ganarán esta temporada.

Otros, más egocéntricos, pensamos que la vida es una competencia con todos y contra todos…todo el tiempo. No descansamos, siempre estamos pensando en la siguiente jugada, el siguiente movimiento, la próxima batalla. No escuchamos cuando nos hablan, sino que estamos preparando nuestra respuesta mientras el “contrincante” habla. Pero cuando no nos prestan la atención a la que pensamos tener derecho o no aceptan nuestra opinión –que creemos ser la más importante, la única que vale- nos sentimos heridos, decepcionados y castigamos a nuestro enemigo de momento con el látigo de la indiferencia, el gélido ataque del silencio o simplemente con el más terrible de los castigos: el abandono.

Somos seres vanidosos, orgullosos e ingenuos. Algunos incluso somos tan vanidosos que creemos tener un contacto íntimo con el universo –o Dios como lo llaman muchos- y nos convertimos en gurús o “guías espirituales”; toda clases de charlatanes y locos que predicamos cualquier cantidad de teorías absurdas y somos tan buenos en ello que conseguimos arrastrar a todo un rebaño de fanáticos igual de locos y perdidos que nosotros a las entrañas mismas de la ignorancia.

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